Rusia organizará el Mundial 2018, después de derrotar a las candidaturas España y Portugal, Inglaterra y Holanda y Bélgica, también de forma conjunta. La decisión es sorprendente, porque se trata de un proyecto con muchas de sus infraestructuras por desarrollar, pero respaldado por grandes capitales y por la teoría de dar al fútbol una dimensión ecuménica. Era, además, la candidata que más sensibilidad despertaba en el presidente Joseph Blatter, que siempre sugería que no debía perderse de vista a los rusos.
Para el Mundial 2022, el triunfador fue Qatar, un país muy pequeño para el desarrollo del torneo, pero con algo en común con el vencedor de 2018: el dinero. En dos palabras, gas y petróleo.
Rusia ganó por mayoría absoluta en la segunda votación después de que en la primera se diera una sorpresa, la caída de Inglaterra. Los votos no eran públicos, porque el notario de Zúrich los archivaba. Al conocer un ganador, paró la votación y no ofreció el sobre a Blatter hasta el acto final. Sin embargo, el hecho de que medios rusos filtraran la noticia, al igual que ‘Al Jazeera’ en el caso de Qatar, da a entender que los votos estaban controlados. Más suspicacias despertó, por sorpresa, la llegada de Roman Abramovich (conocido empresario Ruso, dueño del Chelsea de Inglaterra).Sólo posteriormente, la FIFA hizo públicos los votos. En la primera votación, Inglaterra cayó con dos votos. Bélgica y Holanda lograron cuatro, España y Portugal, 7, y Rusia, 9. En la segunda, Holanda y Bélgica bajaron a dos, la candidatura ibérica se quedó en 7 y Rusia ganó con 13.
Para el Mundial 2022, Qatar siempre estuvo por delante, con 10 y 11 votos, hasta la tercera votación final que sumó 14, fueron derrotadas las candidaturas de Australia, la República de Corea, Japón y Estados Unidos.
Al ganar Rusia con mayoría absoluta, la candidatura ibérica debió recibir algunas traiciones de entre la decena de votos que tenía pactados. Su director, Miguel Ángel López, aseguró que «no sirve de nada tener estadios construidos, ni las evaluaciones que hacen los técnicos de la FIFA, y es que Rusia tiene por construir 13 de los 17 estadios prometidos. La conexión entre sedes es también uno de los inconvenientes que subrayó la Comisión de Evaluación.
Blatter sí quería a Rusia pero no a Qatar por las dificultades logísticas de un país pequeño, que podría tener más visitantes que habitantes durante el Mundial. No obstante, se felicitó por el hecho de que el Mundial vaya a lugares nuevos, como el Este de Europa y Oriente Próximo. Lo hará después de Sudáfrica y Brasil. Ese sentido ecuménico fue el argumento al que se agarraron los españoles, aunque sus socios portugueses eran más suspicaces. Gilberto Madail dijo que había visto «cosas raras» antes de la votación, y entre esas cosas raras se refería a la llegada de Abramovich.
La caída de Inglaterra, interpretada como un castigo por las revelaciones de sus medios de comunicación sobre corrupción al interior de la FIFA, y el perfil de las vencedoras suscitó rápidamente entre la prensa británica las sospechas de corrupción en el Comité Ejecutivo, algo que la FIFA deberá acometer con firmeza para limpiar su reputación. No basta con ser honrada, como dijo Villar, sino parecerlo.
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