Tripletas heroicas de ayer y hoy

Según manda la tradición, quien marca tres goles en un solo partido se lleva como premio abandonar el terreno de juego en posesión del balón con el que se ha disputado el encuentro. No obstante, algunas tripletas han recibido también la justa recompensa de pasar a la historia por su importancia o, en algunos casos, por sus características excepcionales. La página web FIFA.com recuerda varios de esos hat-tricks memorables.

Robbie Fowler posee el récord de haber anotado la tripleta más rápida de la Premier League. El ex artillero del Liverpool marcó sus tres goles en cuatro minutos y medio, durante un partido contra el Arsenal celebrado en Anfield en agosto de 1994. El hombre al que la afición de los Reds llama “Dios” inauguró el marcador en el minuto 26 y fusiló acto seguido, con una ráfaga de disparos vertiginosa, la meta que guardaba David Seaman. De esta forma, Fowler estableció un hito que nadie ha logrado alcanzar en la máxima división de Inglaterra. En las categorías inferiores, sin embargo, James Hayter, delantero del Bournemouth, consiguió un hat-trick más veloz todavía. Hayter vio puerta tres veces seguidas en el lapso de 140 segundos, tras saltar al césped desde el banquillo en los últimos minutos de un choque contra el Wrexham del año 2004.

El guardameta paraguayo José Luis Chilavert se hizo famoso en todo el mundo por su habilidad para ejecutar jugadas a balón parado y penales, hasta el punto de que, cuando terminó su carrera, en su palmarés figuraban nada menos que 62 goles con su club y ocho con la selección nacional de su país. Chilavert vivió su momento de mayor esplendor en 1999, año en el que se convirtió en el primer arquero de la historia del fútbol autor de un triplete, al transformar para Vélez Sarsfield tres lanzamientos desde el punto de castigo durante un choque contra Ferro Carril Oeste.

En la Copa Mundial de la FIFA se han marcado 48 hat-tricks. El más reciente lo firmó el argentino Gonzalo Higuaín contra la República de Corea en Sudáfrica 2010. Sándor Kocsis, Just Fontaine, Gerd Müller y Gabriel Batistuta se han anotado dos tripletas en la máxima competición del fútbol mundial, aunque el último mencionado es el único jugador que ha cosechado cada una de ellas en dos fases finales distintas. El primer hat-trick de la Copa Mundial de la FIFA lo marcó el estadounidense Bert Patenaude en la edición inaugural del certamen, Uruguay 1930. No obstante, el más famoso sigue siendo el que regaló Geoff Hurst a Inglaterra en Wembley, en el partido decisivo de 1966 contra la República Federal de Alemania, el único trío de goles registrado en una gran final de la Copa Mundial de la FIFA.

Y el Camp Nou se vino abajo
El legendario Rivaldo protagonizó con el Barcelona multitud de actuaciones fantásticas, pero ninguna sigue haciendo las delicias de la afición culé como su increíble hat-trick en la derrota del Valencia durante la última jornada de liga de 2001. Cada uno de aquellos tres goles brilla con luz propia por su calidad prodigiosa: el primero, un golpe franco que, como un latigazo, perforó la meta por la escuadra; el segundo, un tiro desde el borde del área tan envenenado que, con la furia del disparo, el jugador se cayó al suelo; y por último, la guinda: una increíble chilena desde el borde del área. Además, el contexto en el que se disputó aquel partido contribuye a realzar más si cabe la categoría de aquella tripleta. El Barça empezó el encuentro sabiendo que necesitaba una victoria para clasificarse para la siguiente temporada de la Liga de Campeones de la UEFA, y su mediapunta, prácticamente en solitario, se aseguró de que así fuera. El último gol de Rivaldo sentenció el triunfo por 3-2 de los suyos a falta de pocos minutos para el pitido final. Hace poco, el maestro brasileño confesó a FIFA.com que aquel partido destaca entre los mejores de su carrera.

Sinisa Mihajlovic tenía la sana costumbre de acertar los lanzamientos de falta con una puntería pasmosa, hasta el punto de que llegó a acumular en la Serie A 27 tantos en jugadas de pizarra. En 1998, el serbio convirtió tres tiros libres en un único partido. Mihajlovic, que había fichado por el Lazio a principios de aquel año procedente del Sampdoria, regresó al estadio genovés para mortificar a su antiguo club con aquellos certeros disparos a balón parado, marca de la casa. A principios de este mismo año, y también en la Serie A, el ariete uruguayo del Nápoles, Edinson Cavani, marcó un triplete contra el Juventus, todo él de cabeza. Tomas Skuhravy y Miroslav Klose consiguieron la misma gesta en las ediciones de 1990 y 2002 de la Copa Mundial de la FIFA, respectivamente.

En la contienda que han entablado el Liverpool y el Manchester United este marzo, Dirk Kuyt marcó tres tantos, su primer hat-trick con el club de Anfield, y todos ellos desde el interior del área pequeña, a menos de siete metros de la meta rival. En febrero, el argentino Carlos Tévez celebró su 27º cumpleaños con tres goles como tres soles en la victoria por 3-0 del Manchester City sobre el West Bromwich Albion. En febrero de 1999, durante la contundente goleada por 8-1 que el Manchester United infligió al Nottingham Forest, Ole Gunnar Solskjaer saltó al terreno de juego como suplente y, en diez minutos, ya había batido cuatro veces la puerta del rival. Wayne Rooney acertó una tripleta contra el Fenerbahçe en su debut con los Diablos Rojos en la Liga de Campeones, en septiembre de 2004, y Tuncay Sanli igualó la proeza en el partido de vuelta diez semanas después.

En busca de la perfección
Un hat-trick perfecto se compone de un gol marcado con la diestra, otro con la zurda y el tercero de cabeza. Se trata sin lugar a dudas del trío más bello de todos. De él existen algunos ejemplos memorables, como el que brindó Michel Platini con la selección de Francia en la Eurocopa de 1984. El mediocampista había avasallado a Bélgica con una tripleta en el segundo partido de su selección en aquella fase final, y repitió la hazaña contra Yugoslavia en el último encuentro de la liguilla de grupos. Platini dio en el blanco primero con la zurda, en segundo lugar de un cabezazo en plancha y por último con el pie derecho.

En marzo de 2002, el artillero Jimmy Floyd Hasselbaink deleitó a la afición del Chelsea con una tripleta perfecta y sublime en un encuentro contra su rival londinense Tottenham Hotspur. El holandés plantó el primer gol por la escuadra del segundo palo mediante un lanzamiento con la diestra desde el borde del área, y peinó el balón para subir el segundo al marcador. Acto seguido, el holandés completó el grupo con una copia exacta del primer tanto, pero en esta ocasión sirviéndose de la zurda. Más recientemente, el delantero croata Ivica Olic rubricó un trío prefecto en la victoria a domicilio del Bayern de Múnich contra el Lyon (0-3). Gracias a él, los alemanes reservaron el billete para la final de la Liga de Campeones de la UEFA 2010, que acabarían perdiendo a manos del Inter de Milán.

Ronaldo y Bergkamp, para quitarse el sombrero
Ronaldo Nazario colgó las botas hace pocos días, pero nos dejó multitud de números de magia fantásticos, de esos que sacan el hipo. Entre ellos destaca con un fulgor especial la tripleta que subyugó al Manchester United en Old Trafford durante la vuelta de cuartos de la Liga de Campeones de 2003. El Real Madrid llegó a Inglaterra con una ventaja de 3-1 cosechada en el Bernabéu, donde Raúl había causado estragos. En campo contrario, no obstante, el brasileño fue el encargado de tumbar definitivamente al conjunto inglés. Primero pilló desprevenido al portero Fabien Barthez en el primer poste, después remató magistralmente una jugada de equipo y, en tercer lugar, descerrajó un soberbio cañonazo desde 25 metros. Cuando el Fenomeno abandonó el terreno de juego de camino al banquillo, todo el estadio se puso en pie para dedicarle una cerrada ovación en reconocimiento por su proeza.

También Dennis Bergkamp posee una magnífica colección de goles que quitan el sentido, dos de los cuales forman parte del sobresaliente hat-trick que bordó con el Arsenal en 1997, en un encuentro con el Leicester City. El holandés anotó el primero con el remate perfectamente colocado de un saque de esquina, mientras que, para transformar el segundo, encaró el uno a uno con el portero y le ganó la partida con una vaselina increíblemente parabólica. El tercero es sencillamente Bergkamp en estado puro, un precursor de aquel gol que otorgó a los Países Bajos la victoria sobre Argentina en la Copa Mundial de la FIFA al año siguiente. Bergkamp controló un balón alto con una maestría exquisita, superó al defensa con dos toques sublimes y batió la meta con una frialdad pasmosa.



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