
El festejo de los jugadores de Peñarol y la tristeza de los de Vélez
Vélez Sarfield le ganó 2-1 a Peñarol en el partido de vuelta de las semifinales de la Copa Libertadores, pero vivió una noche para el olvido: fue eliminado por Peñarol,y aunque le dio vuelta al marcador, se quedó con 10 jugadores y su mejor jugador Santiago Silva falló un penal decisivo.
El uruguayo Peñarol, preñado de gloria en medio siglo de la Copa Libertadores, vuelve a ser finalista del torneo más importante de América del Sur luego de 24 años y repetirá la final de 1962 contra el Santos de Brasil.
Vélez Sarsfield ganó por 2-1 el partido de vuelta, resultado insuficiente para remontar el 1-0 que obtuvo Peñarol una semana antes en el estadio Centenario de Montevideo, debido al valor extra de los goles anotados fuera de casa.
Abrió el marcador Fernando Mier (m.33), igualó Fernando Tobbio (m.45) y dio la pírrica victoria al Vélez Santiago Silva (m.67), que a los 75 malogró un penalti.
Peñarol, el primer campeón del torneo en 1960, y que ha logrado posteriormente otros cuatro títulos, llega a esta fase por décima vez, una marca para la competición. La última oportunidad fue hace 24 años, en 1987, cuando fue campeón gracias a un agónico gol de su actual entrenador, Diego Aguirre, en el minuto 120 de la tercera final ante el América de Cali. Paradójicamente, en aquel equipo colombiano jugaba Ricardo Gareca, técnico de Vélez.
De esta manera, Peñarol y Santos reeditarán la final de la edición de 1962, que fue ganada por los brasileños. Vale recordar, además, que quien obtenga el título representará a la CONMEBOL en la Copa Mundial de Clubes de la FIFA Japón 2011.
De ida y vuelta
Las circunstancias no daban lugar a las especulaciones. El Vélez necesitaba ganar y el conjunto de Montevideo entendía que su ventaja mínima en el marcador tras el encuentro de ida significaba una ventaja carente de garantías, que debía reforzarse.
En ese contexto, dos equipos afianzados, compactos, encararon el partido con la misma tesitura: firmeza defensiva, carácter en la zona de contención y gestación y, por un lado, la rotación hacia adelante de los delanteros locales y, por el otro, la velocidad de Martinuccio, el punta de un Peñarol sólido
El equilibrio de fuerzas se convirtió rápidamente en el principal atractivo del choque. Cuando el balón llegaba a las áreas tanto los propios como los extraños se ponían de pie, levantados por olfatos sensibles al perfume de gol.
Un pilar defensivo del Vélez como el defensa y capitán Cubero duró un cuarto de hora y salió del campo lesionado y un gesto de dolor del centrocampista Maxi Moralez puso los pelos de punta al entrenador argentino, Ricardo Gareca, antes de la media hora de juego.
Y de todas las posibilidades ofensivas del partido sobresalió la de un Martinuccio veloz, atento, inquieto, que asistió magistralmente por la izquierda a Matías Mier, encargado de abrir el marcador a la media hora y tres minutos con notable solvencia y que puso al Vélez al borde del abismo.
Ese gol daba al Peñarol una ventaja de 0-2 y obligaba al equipo de Buenos Aires a montar un muro delante de su portería y marcar tres goles para progresar hacia la final.
En el tramo final de la primera parte el árbitro chileno Enrique Ossés invalidó un gol de Juan Martínez para el Vélez pero, posteriormente, el equipo argentino encontró la igualdad con un tanto de Fernando Tobbio tras un rechace del meta uruguayo Sosa a los 45.
Emociones hasta el final
Pero Corujo, Freitas, Aguilar, Olivera y Mier, uno de los mejor dotados técnicamente en el equipo de Diego Aguire, contuvieron la esperanza del Peñarol, alimentaron el sueño de volver a la fase final de una Libertadores en la que los ‘mirasoles’ ha hecho historia.
El equipo de Gareca, impulsado por su amor propio y en momentos en que a su silenciosa afición le costaba superar el impacto del gol de Mier, se las rebuscó para generar varias situaciones de peligro frente a la meta uruguaya, especialmente a través de Juan Martínez.
La ventaja en el marcador global permitía al equipo de Montevideo regular sus esfuerzos, tomarse un respiro y pararse en el campo en postura de contraataque.
El tanto de Santiago Silva con un zurdazo clamoroso para el 2-1 en favor de Vélez a los 67 minutos, puso al partido encima del fuego, y a los 75, una falta contra Juan Manuel Martínez daba la posibilidad a los 75 de que el conjunto argentino, mediante un penalti, alcanzara el resultado necesario para pasar a la final.
Pero Silva se resbaló al rematar, el balón pasó por encima del larguero y los sonidos del silencio en el estadio José Amalfitani se extendieron a todo el bajo porteño de Liniers.
El equipo uruguayo celebró minutos más tardes una nueva página escrita con letras de oro en su historia junto a miles de hinchas uruguayos de cruzaron el Río de la Plata desde el miércoles.
Fuente: FIFA.com y EFE
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Categorías:Actualidad
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