El «chorri» Palacíos y sus 20 años en el fútbol

En Perú, donde el deporte forma parte de la cultura nacional, el nombre de Roberto Palacios es sinónimo de fútbol. El Chorri, como lo apoda el país entero, ha sido uno de los mediocampistas ofensivos más exquisitos de las últimas décadas, y el máximo goleador de su selección en la historia de las eliminatorias sudamericanas para la Copa Mundial de la FIFA.

El «chorrillano» pasó por el fútbol ecuatoriano entre 2005 y 2006 jugando para la Liga de Quito en 107 partidos oficiales y marcando 27 goles entre campeonato nacional , Copa Libertadores y Sudamericana.

A los 38 años, el destino ha querido regalarle una nueva alegría: el festejo de sus dos décadas como profesional enrolado nuevamente en las filas del Sporting Cristal, club al que ha retornado para cerrar un ciclo tras pasar por equipos como el Cruzeiro, Atlas de México, Deportivo Cali y la Liga de Quito -entre otros-. Desde Lima, donde reparte su agenda entre las prácticas y los merecidos homenajes, el eterno número 10 del tatuaje con la leyenda “Te Amo Perú” repasó su trayectoria y afirma: “No me esperaba tanta repercusión, es lo más lindo que me deja el fútbol. Los amigos”.

Señor Palacios, ¡felicidades ante todo! ¿Cómo se ha mantenido 20 años en el fútbol profesional? ¿Cuál es el secreto?
La clave pasa por el amor que le tengo a este deporte. Hacer algo que a uno lo llena de satisfacción no tiene precio, y en mi caso puede hacerse gracias al sacrificio físico. Es muy importante cuidarse mucho, ser un buen profesional. Aunque no alcanza sólo con decirlo, ¡hay que hacerlo también! Y la pasión, esos son los secretos.

¿Le ha sorprendido tanta repercusión en este festejo?
La verdad que sí, no me lo esperaba. Pero es lo más lindo que me deja el fútbol, los amigos. Sé que le he dado mucho a mi equipo y a la selección, pero me sorprende. Aquí rara vez se le da difusión a quienes intentamos brindar un buen ejemplo, y se focaliza más en los problemas y las polémicas que giran en torno al fútbol. Diría que esto ha sido una buena noticia, una grata sorpresa.

¿Cómo es convivir con compañeros que aún no habían nacido cuando usted debutaba en Primera División?
¡Exacto! Algunos de los chicos promovidos hace poco tienen 16 o 17 años. Es muy gratificante, porque algunos me dicen que es un sueño jugar a mi lado y haberme conocido. Algunos me vieron en su infancia… Pero mi trato es el mismo que con cualquiera, no pongo distancias ni nada. Me gusta sentirme uno más del grupo.

¿Qué cosas han cambiado de aquel Chorri que dio sus primeros pasos en el fútbol hasta hoy?
Muchísimas. En aquella época el entorno era diferente, algo que intento hacer entender a los chicos de hoy. Si no se sacrifican, es muy difícil que se hagan con un camino al éxito. Algunos chicos de hoy piensan que se acaba el mundo, y que lo más importante es planificar ya mismo qué hacer el fin de semana. Viven apresurados y pensando en qué divertirse, pero les quiero hacer entender que ya habrá tiempo para todo. Será más fácil pensar en eso cuando ya se sea una estrella.

En lo personal, ¿cuáles remarcaría como sus mayores virtudes dentro de la cancha?
La pegada y la inteligencia. Siempre tuve rapidez mental y precisión para brindar asistencias. Y además la mentalidad: nunca me gustó perder a nada. Para mí, cada derrota significó tener problemas para dormir. ¡No me dejo perder ni con mi hijo, que tiene 13 años! Creo que le servirá a él para aprender cómo debe ser.

Si tuviera que marcar un momento que haya cambiado su carrera, para bien o para mal… ¿cuál sería?
Mi primera etapa fuera del país, en los Tecos de México. No me fue bien, extrañaba mucho a mi familia y no logré entrar de lleno en el grupo. Me marcó mucho, aunque por suerte tuve la oportunidad de llegar a Brasil luego y no la desaproveché: me destaqué en un país con muchos buenos jugadores. Eso me hizo darme cuenta de que podía medirme a los mejores.

¿Hay alguna liga en la que le hubiese gustado jugar y no pudo?
Me hubiera gustado jugar en España, por el tipo de fútbol que se juega allí. Las de Inglaterra e Italia eran demasiado físicas para mí. Estuve cerca de pasar a La Coruña, en un trueque con Sebastián Abreu y Tecos, pero al final los mexicanos pidieron más dinero y no se pudo dar.

Dijo hace un tiempo que planeaba retirarse a finales de 2012. ¿Mantiene esa idea?
Jugaré un añito más, así es. Dejar esto será bien difícil. He escuchado a otros jugadores que han dejado y que han extrañado mucho, han tenido que volver. Pero ya me he empezado a preparar.

¿Tendremos un Chorri entrenador a partir de entonces?
Me gustaría, sí. No sé si seré de los buenos, porque representa una etapa totalmente distinta. Hay que tener visión e inteligencia para llevar adelante un grupo, aunque pondré lo mejor de mí para lograrlo.

Para despedirnos, le proponemos realizar un ping-pong de preguntas. ¿Está de acuerdo?
¡Claro! Adelante (ríe).

¿El fútbol?
Mi pasión, lo que siempre soñé hacer.

¿Sporting Cristal?
Me segunda cada, la que tanto quiero.

La selección peruana…
El amor más grande que puedo haber sentido en el fútbol.

¿Un rival en estos 20 años?
La selección argentina, un equipo gigante. Recuerdo enfrentar a jugadores como Diego Simeone y Matías Almeyda, dos futbolistas superadores y muy difíciles de pasar. Representan todo lo que es esa selección.

¿Un entrenador que lo haya marcado?
Juan Carlos Oblitas.

Un gol…
Ante Uruguay, en las eliminatorias para Francia 1998. Era un partido clave y lo empezamos perdiendo, pero anoté un golazo que nos puso de nuevo en carrera. Terminamos ganando 2-1.

¿Una frustración?
No haber podido jugar un Mundial.

Y la última, un sueño por cumplir…
Llevar a mi selección a un Mundial como entrenador. Ojalá pueda conseguirlo.

Fuente: FIFA.com



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