Con 13 títulos, un carisma único y el perfil bajo a cuestas, Josep Guardiola i Sala el entrenador más exitoso de los últimos tiempos le puso fin a su estadía en el FC Barcelona. No renovará el contrato a partir de junio, pero su recuerdo quedará por siempre en los fanáticos del deporte más popular del mundo. Un repaso de su historia y sus conceptos.
“No hay nada más peligroso que no arriesgarse”, dijo alguna vez Guardiola, y vaya si llevó a cabo esa frase en la práctica del fútbol. Su Barcelona fue (es) un convite para aquellos ojos sedientos de buen fútbol, de algo diferente en un deporte que se fue volviendo vulgar, pesado, tedioso y, sobre todo, resultadista y exitista. Guardiola descomprimió las presiones, sacó murciélagos y puso conejos llenos de magia que ensalzaron los campos de juego y le dieron un poco de alegría a la pelota.
Muchos le restan mérito aduciendo que le sobran jugadores. Sí, le sobran, pero la decisión de plantar canteranos en cancha fue de él (en el último clásico puso ocho desde el inicio en cancha). Se reforzó, claro, pero jamás derrochó el dinero en fichajes desorbitantes. Potenció la lejana idea de Laureano Ruiz, el promotor de este estilo culé, y le dio rienda suelta con sus matices, su frescura. Mantuvo un perfil bajo siempre, a pesar de los 13 títulos (pueden ser 14) que cosechó desde que está al frente del primer equipo del Barcelona. Y con él, Lionel Messi alcanzó el brillo máximo. Pep fue una franela constante para el argentino, que con Guardiola en el banco rompió todos los récords habidos y por haber.
Con apenas 41 años, Pep, aquel muchacho que a los 13 años implementaba las jugadas que llevaba a cabo la primera del Barcelona en los entrenamientos de su equipo juvenil, jamás se cansó de consumir fútbol. Si hasta a sus entrenadores les llamaba la atención las ganas de aprender que tenía constantemente. Todo eso que vivió de benjamín lo absorbió, lo pulió, lo perfeccionó y lo volcó cuando le tocó llegar al banquillo culé, el más importante en su vida.
Guardiola fue ídolo de la grada catalana como jugador. Guardiola es amado, aclamado, ponderado y bendecido como entrenador culé. No sólo los propios lo ensalzan, sino también los extraños. Se apartó de la lengua filosa de Mourinho (otro entrenador de laureles axiomáticos), si hasta lo trató de “puto amo” de las salas de conferencia de prensa, pero en la cancha, y en la mayoría de las veces, sacó a pasear sus conceptos frente a las narices del portugués. No es cuestión de comparar (son imcoparables y únicos, como buenos y ganadores), pero Guardiola captó fieles no sólo con resultados, sino también con modales.
Hoy le puso final a una etapa (que seguramente no será la única) llena de éxito, de gloria, y que le dio una caricia al fútbol. Sus ideas cabales y sencillas fueron un bálsamo perfecto para un fútbol estropeado, que pedía a gritos un poco de oxígeno revitalizador. Fueron Guardiola y sus muchachos quienes aceptaron el reto y le dieron un estribo de esperanza a un deporte que ya no entendía de gustos, sino que se encaminaba a ser más resultadista y amarrete que nunca. Pep marcó un camino. En junio ya no estará, y al Barcelona le quedará un enorme lugar vacío, por más que su amigo Vilanova intente seguir con la cosecha y el estilo.
Fuente: infobae.com
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Categorías:Actualidad
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