El 1-0 sobre Rusia que le permitió la clasificación a cuartos de final de la Eurocopa al conjunto heleno fue vivido como una verdadera final. En casi toda Atenas hubo fuegos artificiales y caravanas de autos celebrando. En el medio de la crisis, el desahogo fue brutal. Y el fútbol se permitió una ironía: Alemania será su rival en los cuartos de final de la Eurocopa.

Tras el partido, Michalis Sifakis, arquero de la selección griega, estaba fuera de sí. Liberaba la misma presión, angustia y emoción que cargan la mayoría de 11 millones de compatriotas en un país sometido a enormes exigencias y sacrificios desde hace dos años. «Nos criticaron tanto…. ¡Pero lo logramos!. Queremos más respeto», arengó.

El mensaje no tenía un destinatario concreto, pero el técnico portugués Fernando Santos le puso nombre. Consultado sobre las declaraciones de Merkel, quien había llamado a votar por los conservadores helenos, contestó: «No necesitamos lecciones«.

Y Merkel, justamente, dio el sí. La canciller alemana viajará a Polonia para presenciar el duelo de este viernes entre su país y Grecia. Luego de que el Gobierno italiano modificara en su agenda una reunión en Roma con los líderes de Francia y España que originalmente iba a terminar a la hora en que empezaba el partido, la mandataria confirmó su asistencia.

Pese a que las autoridades deportivas de ambos países se han esforzado en despolitizar el evento, en Grecia pocos piensan así. Varias banderas alemanas se convirtieron en cenizas en más de una protesta contra el plan de austeridad que la Unión Europea, el FMI y BCE impusieron sobre el país a cambio de un plan de recorte a cambio de un millonario rescate para «salvar» al país de la bancarrota. Incluso algún diario de izquierda fue más allá, y retrató a Merkel con los bigotes de Hitler. Ella, sin embargo, se limitó a decir que espera que el partido sea «interesante y limpio».

Fuente: infobae.com

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