El DT de la selección argentina Sub-17, Humberto Grondona, justificó la violencia que mostraron sus jugadores contra los uruguayos. Así se educa en el fútbol argentino.
«¿Qué querés? Lo único que falta ahora es que haya que ganar y que haya juego limpio. Dejame ir al Mundial y que el juego limpio se lo den a Ecuador«, respondió el entrenador Humberto Grondona respecto a la actitud de sus dirigidos en el escandaloso y polémico empate 3-3 entre las selecciones de Argentina y Uruguay, clasificatorio rumbo al Mundial de la categoría Sub-17.
Grondona reivindicó la «sangre» de sus jugadores tras las peleas en el final del clásico juvenil del Río de la Plata por el Sudamericano y confesó que prefiere el resultado deportivo antes que ganar el premio al juego limpio. Lo que olvida es que, desde su lugar, también debería inculcarles valores a las promesas del fútbol argentino que están en plena formación.
«No está bien lo que pasó, pero por lo menos tienen sangre y es bueno que tengan sangre«, sostuvo el hijo de Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, respecto a las cargadas que sus dirigidos les hicieron a los futbolistas uruguayos tras igualar agónicamente el partido.
El empate llegó tras un clara falta en ataque que el árbitro colombiano Adrián Vélez no advirtió, cuando los albicelestes jugaban con dos jugadores menos por expulsión.
El seleccionador se mostró enojado cuando los periodistas del canal TyC Sports le recordaron que tiempo atrás los juveniles ganaban títulos y eran reconocidos por su buena conducta, en referencia al ciclo que inició José Pekerman y que continuó Hugo Tocalli.
Para rematar, Humberto Grondona cuestionó a los árbitros sudamericanos por no estar en condiciones de dirigir a chicos de 15 ó 16 años. Y acusó a los futbolistas del banco de suplentes uruguayo de insultar a los argentinos en los saques laterales. Lo que debería entender es que sus declaraciones dan vía libre a los juveniles para reaccionar de la misma forma frente a Brasil en el clásico del domingo. Total, el Fair Play no importa.
La realidad es que los jóvenes argentinos se mostraron alterados durante todo el partido y además de quedarse con dos hombres menos en los 90 minutos reglamentarios, quedaron en evidencia a la hora de las provocaciones.
Luego del 3-3, gritaron el gol en la cara a los rivales y, una vez finalizado el partido, siguieron gesticulando hasta provocar la reacción charrúa. Por suerte, sólo quedó en empujones e insultos.
Lucio Compagnucci, defensor albiceleste que continuó su provocación en las redes sociales tras el partido, entendió las críticas recibidas en el día posterior al juego y se disculpó a través de la red social: «Tienen razón en reaccionar así contra mi persona, PERDÓN URUGUAY DE CORAZÓN. FUE UN PARTIDO CALIENTE Y UN CLÁSICO».
Sin embargo, el gesto de grandeza que tuvo el juvenil para disculparse y reconocer su error, no lo tuvo el entrenador, quien infló el pecho orgulloso por el resultado conseguido, que lo acerca al objetivo de la clasificación.
Con ese tipo de gestos justificativos, los chicos argentinos son rehenes de formadores que pueden llevarlos al fracaso, no sólo en una cancha de fútbol, sino también en la vida. La selección nacional debería dar el ejemplo, ser la principal escuela del fútbol juvenil e inculcar valores.
Fuente: infobae.com
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ASI VAYA AL MUNDIAL NO PASA DE LA PRIMERA RONDA Y SE CONFIRMA UNA VEZ MAS QUE LOS CAVERNICOLAS DEL FUTBOL SE LLAMA SELECCION DE ARGENTINA