El Santiago Bernabéu adora, pero llegado el caso no perdona. Es un estadio, una afición, que siempre exige el máximo. Hasta el punto de que son varios los futbolistas de clase mundial que han escuchado silbidos en Chamartín. Iker Casillas es sólo el último de una lista que incluye varios nombres ilustres.

En ella figura incluso el gran icono del madridismo, Alfredo di Stéfano, cuya decadencia no pasó inadvertida para la grada de Chamartín. Aunque el objetivo del público madridista ha correspondido casi siempre a otro perfil: jugadores técnicos que privilegiaban el talento por encima de la garra, la brecha, la entrega y la lucha, virtudes todas que forman parte del ADN madridista. Por este motivo se silbó en La Castellana a talentos como Manolo Velázquez o Rafa Martín Vázquez. Tampoco se libraron otros miembros de la mejor generación surgida jamás de la cantera madridista, la Quinta del Buitre, como Michel o el propio Butragueño, de forma más aislada.

Otro gran ídolo del madridismo, Zinedine Zidane, también sufrió la falta de paciencia de la grada en sus primeros partidos de blanco, los que tardó en encontrar su posición ideal sobre el terreno de juego. Ahora le toca el turno a Iker Casillas, que había disfrutado de un idilio de casi tres lustros con la grada de Chamartín. Una relación en la que el derbi del pasado sábado pudo suponer un punto de inflexión.

Fuente: marca.com
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