El divorcio entre Luis Enrique y Leo Messi a día de hoy es total. La escenificación se produjo ayer cuando el argentino no fue a entrenarse con el resto de sus compañeros. Además, era una sesión muy especial. Es el tradicional entrenamiento de Navidad que se celebra en el Mini Estadi a puertas abiertas y al que acuden muchos niños. Messi no fue por el enfado derivado de su suplencia en el partido del domingo en Anoeta.
La excusa oficial fue una gastroenteritis, pero no se la creyó nadie. De hecho, era el parte médico habitual que enviaba el club cuando Ronaldinho decidía no entrenarse después de una farra. Leo quería dejarle bien claro a Luis Enrique su enfado en lo que supone un pulso a su entrenador en toda la línea. No es la primera vez que Messi actúa de esta manera. La primera se produjo casualmente después de un partido celebrado también en Anoeta.
Entonces el entrenador era Pep Guardiola. Este decidió dejarle en el banquillo porque su futbolista regresaba de un parón de selecciones y quería darle descanso. Le dio entrada en la segunda parte para intentar levantar el empate. No lo consiguió. Al día siguiente, Messi no fue a entrenarse. Su ausencia no trascendió porque la sesión se celebró a puerta cerrada. A partir de entonces Leo nunca volvió a ser suplente.
Enfado
Ahora se repite la historia y deja a Luis Enrique en una situación delicada. No es el primer roce que tienen ambos. Hace unos días en un entrenamiento ya tuvieron una enganchada. Es una cuestión de poder que tendrán que resolver ambos. Messi ha desafiado a Luis Enrique. El técnico tendrá que decidir si traga o si, por el contrario, castiga al futbolista por su actitud.
Lo más lógico es que opte por lo primero. Es lo que hizo Guardiola en su momento. El desafío a Messi sería su tumba. En primer lugar porque tener al argentino enfadado sería perjudicial para el equipo. Los resultados no serían los mismos sin sus goles o asistencias. En segundo término, y este tema es vital, porque podría precipitar una salida del argentino. Y el club no puede permitirse el lujo de prescindir de su gran estrella en un año en el que no pueden realizar ningún fichaje. Si Bartomeu tiene que elegir entre uno y otro que nadie dude que elegirá al argentino. Y eso lo sabe el técnico.
Causas del distanciamiento
No será fácil reconducir la situación. A Messi no le gusta cómo está trabajando Luis Enrique. No le gustan sus planteamientos en los que sin motivos aparentes deja en el banquillo a varios titulares. Eso sucedió en San Sebastián y también en Almería. Y el problema es que este sentimiento no es único. Hay otros jugadores, pesos pesados del vestuario, que opinan lo mismo que Messi. No entienden algunos planteamientos de su técnico y tampoco le gusta el trato humano que reciben. Pintan bastos en el vestuario.
Fuente: marca.com
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Categorías:Actualidad
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