El «Viejo», de 84 años, dejó su huella en varios clubes, pero sobre todo en Ferro, Gimnasia La Plata y Rosario Central. Sus equipos llevaron su sello, no sólo desde la táctica, sino también desde una línea de conducta. Un entrenador para el que un gol valía tanto como la palabra o una buena nota en la escuela.
El tema se hacía recurrente. Una vez por semana, en general luego de una victoria, cuando sabía que los bolsillos de sus pupilos corrían mayores peligros, la pregunta brotaba, natural, en el vestuario, o donde el Maestro los convocara. «¿Qué compraron con los premios? Compren casa primero, no se les ocurra comprar autos«, era la sentencia de padre severo, pero amoroso, preocupado.
Una mañana de su larga estancia en Ferro Carril Oeste se le ocurrió preguntar futbolista por futbolista qué autos tenían. Uno de los referentes, comedido y uno de los más bromistas del plantel, replicó: «Me compré un BMW». El director técnico rebatió: «¿Tenés departamento? Porque si no vas a tener que poner un inodoro adentro al auto, para que puedan ir al baño tus amigos cuando los invites a tomar mate«. Y el jugador, con el libreto estudiado, remató, para darles pie a las carcajadas de sus compañeros: «Yo tengo una mujer muy linda y muy joven. Y, si no la gasto y me muero, la plata va a quedar para el novio de mi mujer».
El Viejo, Timo o, simplemente, el Maestro. Carlos Timoteo Griguol, hoy de 84 años, muchas veces criticado sin tomar en cuenta su figura en toda su dimensión, fue el entrenador de equipos que han dejado huella (el Ferro de los 80, el Gimnasia La Plata que ha quedado en las puertas del título en los 90), pero además se destacó por haber encarnado el rol de director técnico-docente. Se permitió sacarse el corset del pizarrón y mirar más allá de la pelota. Para él un gol valía tanto como una buena nota en la escuela. O cumplir con la palabra empeñada. «Carlos era un adelantado», subraya Oscar Garré, quien lo tuvo 14 años como entrenador. «En los 80 jugábamos como se juega hoy», explica.
En 1969, después de retirarse como futbolista, empezó a dedicarse a la dirección técnica en las Inferiores de Rosario Central. El Canalla, Tecos de Guadalajara, Kimberley, Ferro (dos etapas; 1979-1987 y 1988-1993; ganó dos títulos), River, Gimnasia, Betis y Unión disfrutaron de sus enseñanzas, de su particular método de trabajo, de su mirada distintiva. Aquí, 10 anécdotas que elaboran una pintura que lo definen.
EL TREN DE LAS NUBES
Las pretemporadas de los equipos de Griguol en Córdoba eran un clásico, en épocas en las que la base física para años extensos de competencia eran vitales. El lugar elegido era Villa Giardino. «Nos llevaba a hacer circuitos de 22 kilómetros en los cerros, subiendo y bajando; era el equivalente a 40 en el llano. ‘Ya me lo van a agradecer durante el año’, nos decía. Cuando nos llevaba el micro veíamos que las nubes tapaban los cerros. Y le gritábamos: ‘¡Nos querés hacer tocar el cielo con las manos!‘», recuerda Oscar Garré ante la consulta de Infobae.
DIRECTOR Y ARTISTA
Otro clásico de las pretemporadas eran las ceremonias de cierre teatrales. En el hotel de Luz y Fuerza, en Villa Giardino, estaba lleno de jubilados. Y el último día se hacía una obra de teatro para agradecer, y todos teníamos que actuar. Y el Viejo se disfrazaba de bailarina… Unía al grupo y hacía reír a la gente», contó alguna vez Alberto Márcico en TyC Sports. El rito continuó con su descendencia: Garré y Gerónimo Saccardi mantuvieron la costumbre cuando asumieron la conducción en Ferro.

Sebastián Romero y Mariano Messera son dos de los retoños que consiguieron afianzarse en la élite bajo el paraguas de protección de Griguol en Gimnasia La Plata. Pero al entrenador que impuso la moda de la boina en el banco de suplentes no sólo le importaba el talento a la hora de diseñar el equipo. Pero… Una semana, coincidieron en un error: aparecieron con una baja nota en el boletín del colegio. ¿Qué es más importante? ¿La educación de los chicos o el resultado del domingo? Ese fin de semana no fueron titulares. Debieron repasar la lección en el banco de suplentes.
PIZARRÓN CON ARGUMENTOS
En Gimnasia, Gustavo Barros Schelotto osó en alguna oportunidad realizarle un planteo táctico. «Una vez le fui a decir que no quería jugar más de carrilero. Jugábamos con línea de tres y yo estaba de carrilero. Le dije que corría mucho y que quería tener más contacto con la pelota. Me dijo: ‘Está bien, te voy a poner. Decime a quién saco’. ‘No sé’, le dije. Era muy inteligente. Me dejó sin respuesta. Al otro día le dije que jugaba de carrilero», contó en un homenaje que TyC Sports supo hacerle al Maestro.

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