“La MLS puede llegar a ser una de las mejores ligas del mundo”, declaró David Beckham el año pasado. Y lo dijo muy en serio. De hecho, lo que hace una década parecía imposible, de repente se ha convertido en una posibilidad real, gracias a la apuesta de la Major League Soccer por los “grandes nombres del fútbol”, como denominó el ex capitán de Inglaterra a las estrellas extranjeras que están haciendo cada vez más mediática a esta liga al alza (entre ellas, Thierry Henry, Rafa Márquez, Robbie Keane y el propio Beckham).
En consonancia con el país donde se juega, la MLS estadounidense ha venido manteniendo una relación fascinante, simbiótica y a la vez complicada, con los llegados de tierras foráneas en busca de un país de adopción. Durante sus 16 años de historia, la joven liga norteamericana ha gozado de futbolistas procedentes de todos los continentes y de más de 100 países (con idiosincrasias tan diferentes como Angola y Australia). Algunos fracasaron y otros brillaron, mientras el resto simplemente se dejaba llevar por la corriente.
Ya en su edición inaugural, en 1996, la primera división estadounidense empezó a coquetear con la adquisición de figuras extranjeras; muchas de ellas en el ocaso de su carrera. El MetroStars (actual Red Bulls de Nueva York) lucía en sus filas a un antiguo pilar del AC Milan, Roberto Donadoni, mientras que el Galaxy de Los Ángeles contaba con el pintoresco internacional mexicano Jorge Campos, guardameta a la par que delantero. El ya desaparecido Tampa Bay Mutiny tenía al cerebro colombiano Carlos Valderrama moviéndose con parsimonia por la medular, mientras que el DC United, que se adjudicó 3 de los 4 primeros trofeos de la MLS, estaba liderado por el sensacional boliviano Marco Etcheverry. A éste se le unió muy pronto su compatriota y astro del gol Jaime Moreno, a quien muchos siguen considerando como el mejor jugador en la historia del campeonato.
La contratación de muchas de esas estrellas foráneas tenía como objetivo atraer a las diferentes minorías étnicas de las zonas donde estaban radicados sus clubes. Así, la inmensa comunidad italoamericana de Nueva York, como es lógico, se sentía más identificada con Donadoni, y lo mismo ocurría en Los Ángeles con el mexicano Campos. Poco después de esa oleada inicial de figuras extranjeras entradas en años, empezó a constituirse otro grupo, con gente como el legendario alemán Lothar Matthaeus, campeón mundial en 1990, y el brasileño Branco (MetroStars); el fogoso búlgaro Hristo Stoichkov y el ex capitán de Polonia Piotr Nowak (Chicago Fire) o el portero italiano Walter Zenga (New England Revolution). También Youri Djorkaeff, campeón mundial con Francia en 1998, acabó recalando en tierras neoyorquinas.
Pronto la liga dejó de ser una novedad y el atractivo de sus figuras extranjeras en declive empezó a decaer, por lo que la MLS tendió a concentrarse más en fomentar a los talentos de cosecha propia. Entre 1998 y 2002, Landon Donovan, DaMarcus Beasley y Tim Howard dieron sus primeros pasos en el campeonato, hasta pasar a integrar el núcleo de una selección de Estados Unidos muy mejorada.
El año clave
En esencia, no obstante, la MLS siempre se ha caracterizado por guardar un equilibrio entre el potencial de los jugadores estadounidenses y canadienses de casa, y los llegados del extranjero. En 2007, la liga introdujo una norma de “jugadores designados” (popularmente conocida como “regla Beckham”) para permitir que cada equipo tuviese la opción de contratar a grandes estrellas que se saliesen del estricto techo salarial vigente hasta entonces. Ese mismo año, se elevó a 8 el tope de jugadores extranjeros permitidos para cada club.
Todo eso favoreció enseguida una nueva afluencia de jugadores foráneos y un interés creciente por la liga norteamericana, que se expandió por Canadá y consta actualmente de 18 equipos. Así, el argentino Guillermo Barros Schelotto condujo al Columbus Crew hacia su primer título; el carismático mexicano Cuauhtémoc Blanco recaló en Chicago, y el sueco Freddy Ljungberg hizo las delicias del recién creado Seattle Sounders. Pero el mayor bombazo de la liga fue el fichaje de un ídolo de masas como Beckham, quien dejó el todopoderoso Real Madrid para incorporarse al Galaxy de Los Ángeles californiano, donde sigue militando actualmente junto al astro local Donovan y al destacado internacional irlandés Robbie Keane.
En la otra costa, los aficionados del Red Bulls de Nueva York pueden disfrutar de otro conjunto repleto de estrellas. Thierry Henry, ex figura del Arsenal y ganador de la Copa Mundial de la FIFA con Francia, y Rafa Márquez, internacional mexicano y antiguo bastión de la zaga del FC Barcelona, son los líderes actuales de un equipo con grandes ambiciones. “Traer a grandes figuras de fuera es una decisión magnífica, y la MLS tiene que seguir con esa política”, afirmó el extremo jamaicano del conjunto neoyorquino Dane Richards, quien reconoció estar mejorando como jugador gracias a la llegada de unos compañeros tan destacados. “Con jugadores así, la calidad de la liga no hará sino mejorar más aún”.
La lista de figuras del fútbol europeo que podrían tener la MLS como destino no para de crecer. En los últimos meses, el mítico delantero español Raúl, la figura del Milan y de la selección sueca Zlatan Ibrahimovic, y el francés Nicolas Anelka (Chelsea) se han planteado la posibilidad de recalar en un futuro en la liga norteamericana. Una MLS donde Beckham cree que “todo es posible”
Fuente: FIFA.com
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Categorías:Actualidad
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