Mario Canessa: Copa Libertadores 2019, un sueño posible

La Copa Libertadores de Amércia en competencia desde 1960 ha sido esquiva para los equipos de Guayaquil. La historia reconoce las dos finales de Barcelona Sporting Club en 1990 y 1998, y la semifinal del Club Sport Emelec en 1995; en cambio, Liga de Quito en 2008 sí pudo disfrutar ser campeón de dicho torneo, un triunfo que se lo puede clasificar como el logro futbolístico internacional más relevante en la historia de los clubes ecuatorianos.

E Independiente del Valle fue subcampeón en 2016.

La historia relata que en 1958, en un congreso de la Conmebol en Río de Janeiro, se comenzó a pensar en realizar un torneo sudamericano que aglutinara a los campeones de cada país de la región. En dicha asamblea no participó ningún dirigente nacional, sin conocerse oficialmente la razón de la ausencia.

Lo que impulsó a la dirigencia presente en Río de Janeiro, entre los más reconocidos el uruguayo Washington Cataldi y el peruano Teófilo Salinas –que fue presidente de la Conmebol durante 20 años, entre 1966 y 1986– y el brasileño Joao Havelange, quien en 1974 iba a ser elegido presidente de la FIFA entre otros dirigentes que representaban a los demás países. La idea era presentar lo que denominaron en tal congreso la plataforma de lanzamiento para organizar el certamen de campeones de América del Sur. Pero hay que reconocer que habían existido antecedentes que estimularon la idea como fue el torneo de 1948, cuando ejercía la presidencia de la Conmebol el chileno Luis Valenzuela.

Se jugó en Santiago y la llamaron Copa de Campeones y participaron por invitación Vasco da Gama (Brasil), River Plate (Argentina), Nacional (Uruguay), Colo Colo (Chile), Litoral (Bolivia), Municipal (Perú) y Emelec, que se había proclamado campeón de Guayaquil en 1946; esa Copa la ganó el Vasco da Gama.

La primera Copa Libertadores se jugó en 1960 con la participación de siete equipos campeones de su país. Ecuador no participó en esa competencia continental inicial porque aunque los campeonatos nacionales arrancaron en 1957, los de los dos años siguientes los suspendieron. Esa Copa la ganó Peñarol y Alberto Spencer, goleador con siete tantos. Ahí comenzó a construir el gran Alberto el récord que mantiene de 54 goles en la Libertadores.

El torneo ecuatoriano se reanudó en 1960 y participaron Barcelona, Everest y Patria por Guayaquil; Deportivo Quito, España, Liga por Quito; y Macará de Ambato. Barcelona fue el monarca y ganó así el derecho a ser el primer equipo nacional que jugara la Copa Libertadores. Esa participación causó gran revuelo, todo el país entusiasmado esperaba la presentación del Ídolo del Astillero; en esos tiempos los equipos guayaquileños celebraban que su archirrival nos representara.

De esto como muestra un botón. En una publicación de EL UNIVERSO encontramos el siguiente anuncio: “Club Sport Emelec, al iniciar hoy, el Barcelona Sporting Club, su participación en la Copa Libertadores de América, le expresa su fervoroso aliento y formula los mejores augurios, porque alcance el más brillante éxito como representante del fútbol ecuatoriano”. Sin quitar ni aumentar un signo ni una letra, así como se lee fue el manifiesto de confraternidad entre estos dos equipos nacidos en la misma cuna del Astillero. Los rivales clásicos de nuestro fútbol que en esos tiempos interpretaban que el calor del enfrentamiento se definía en la cancha, mientras que en las gradas se juntaban a gritar por su equipo, mezclados entre sí, los aficionados. Un ejemplo de cómo se vivía la época romántica de nuestro balompié.

Al margen del campeonato de Liga Deportiva Universitaria, en la Copa Libertadores han representado un relativo éxito, si podemos denominarlo así, las dos finales de Barcelona y la final de Independiente del Valle en el 2016. En el resto de intervenciones han sobresalido las semifinales de Barcelona de 1971, 1986, 1987, 1992, 2017, la semifinal de El Nacional de 1984 y de Emelec en 1995.

Considero oportuno recordar una de las finales en que participó Barcelona de Guayaquil en 1990, enfrentándose al poderoso Olimpia de Paraguay. Con el pasar de los años y reflexionando sobre el mar de sospechas y elucubraciones que dejó esa final y los sucesos fraudulentos descubiertos en la Conmebol, quedó siempre la duda si realmente sucedió lo que todavía se sospecha: que existieron intereses perversos que se confabularon contra el sueño de BSC de ser campeón de aquella Libertadores. Aunque todo quedó en sospechas, quienes presenciamos la final de vuelta en el Monumental, el 10 de octubre de 1990, salimos frustrados por el resultado.

Las excelsas actuaciones de Marcelo Trobbiani, Carlos Muñoz, Saralegui, Jimmy Izquierdo y de la plantilla en general, comandada por Miguel Ángel Brindisi, no bastó contra los permanentes “errores” del árbitro argentino Juan Carlos Loustau; sobre aquello el presidente del BSC de ese entonces, Isidro Romero, en el 2015 declaró: “Nos tocó un árbitro basura, una miseria que recibía órdenes de (Nicolás) Leoz”. Sobrevinieron lamentos y se tuvo que llorar sobre la leche derramada.

Todos los años, los hinchas tanto de BSC como de Emelec sueñan en tener en sus vitrinas tan prestigiosa Copa, pero la realidad dice que todo ha quedado en simple ilusión. Una que se desvanece cuando constatamos que el nivel futbolístico con que enfrentaron el torneo fue insuficiente para conseguir tan ansiado objetivo. BSC, en 2017, en una campaña elogiada derrotando a varios equipos brasileños, llegó a semifinales con Gremio; lamentablemente fue eliminado ante la frustración de toda la hinchada que creía que el sueño guardado año tras año iba a ser posible. BSC nadó tanto para ahogarse cerca de la orilla.

La edición del 2019 arrancó con el debut auspicioso del Delfín, y los hinchas de Liga de Quito e Independiente del Valle se preparan para llegar a esas instancias importantes. Al menos las contrataciones nos hacen pensar que ellos conocen el camino para arribar a una final y con mayor razón LDU, que ha saboreado las mieles del éxito.

Mientras tanto, Emelec siempre está presionado por su hinchada que ya no pide, ahora exige a la directiva azul, liderada por Neme, que arme un equipo que pueda ganar una Copa Libertadores. Saben los aficionados eléctricos que su institución goza de estabilidad económica, que futbolísticamente muestra en los últimos años preponderancia en los torneos nacionales y este año piensan que se viene invirtiendo mucho dinero con el fin de armar un cuadro potente, que le permita superar el primer paso que es clasificar en el grupo que comparte con Deportivo Lara, Huracán y Cruzeiro, y así iniciar la ruta que les lleve a esa meta tan demandada.

Por su parte BSC, con los serios problemas dirigenciales y económicos que convive, con un año electoral a puertas, apuesta –con base en su estructura futbolística repetida y con el mismo DT– a trabajar desde la primera fase del repechaje para llegar a esas instancias soñadas.

Este año la Copa Libertadores entusiasma tanto por el premio económico que anunció la Conmebol –por ganar el torneo, nada menos que $ 12 millones– como por algo novedoso en el 2019: la final será a un solo partido en Santiago de Chile.

Es seguro que la importante suma de dinero al que la pueda ganar le servirá, pero se esfumará más pronto que tarde. Pero todos los aspirantes conocen que la gloria que genera ganar la Copa dura para siempre, por eso pienso que a estas alturas ese trofeo debería ser para los equipos ecuatorianos un sueño posible de lograr.

Todos saben que la gloria de ganar la Copa dura para siempre, por eso pienso que a estas alturas ese trofeo debería ser para los clubes de Ecuador un sueño posible de lograr».

Mario Canessa Oneto

Fuente: eluniverso.com



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